Ariel García Furfaro participó en una compañía de vuelos charter relacionada con el grupo Austral Construcciones. La transferencia del laboratorio de Ramallo al abogado de Báez para proteger activos de embargos.

La ruta del fentanilo contaminado, que ya causó 53 muertes confirmadas en el país sumó una nueva derivación: los vínculos comerciales entre Ariel García Furfaro, uno de los dueños de HLB Pharma, empresa que producía el fármaco en cuestión, y el empresario K Lázaro Báez, quien en la actualidad cumple su condena por su participación en la Causa Vialidad en el penal de Río Gallegos, Santa Cruz.
Entre los lazos de índole comercial que unen a ambos empresarios, se encuentra la participación de García Furfaro en Top Air SA, una compañía de vuelos chárter relacionada con el grupo Austral Construcciones, la firma insignia del clan Báez.

La relación se extendió al manejo conjunto de un hangar en el aeropuerto de San Fernando, desde donde operaban jets privados. Uno de esos aviones, un Learjet, pasó luego a la propiedad de los hermanos García Furfaro.
Según los registros de visitas citados por La Nación, García Furfaro visitó en varias oportunidades a Báez en prisión, acompañado por Walter Zanzot, uno de los hombres de confianza del empresario santacruceño.

Pero el nudo de la cuestión, que a su vez vincula a Lázaro Báez con la farmacéutica en sí, fue la transferencia del laboratorio HLB Pharma Group y la planta de Ramallo a Sebastián Nanini, un abogado vinculado al entorno de Báez y con relaciones políticas que, según indicó La Nación, incluyen al intendente de José C. Paz, Mario Ishii.
Como parte de esos movimientos, el domicilio legal de la empresa se cambió a un inmueble en San Nicolás. Según la investigación periodística, basada en documentos y fuentes judiciales, esas maniobras habrían buscado proteger los activos del laboratorio de posibles embargos o decomisos.