Miguel Díaz-Canel convocó una reunión de emergencia en La Habana tras las protestas y cacerolazos por apagones, basura acumulada y falta de agua. El gobernante movilizó fuerzas militares y prometió atender directamente las demandas vecinales.
El gobernante cubano encabezó un encuentro de urgencia con altos mandos del Partido y las Fuerzas Armadas para analizar la crisis energética, el manejo de la basura y la falta de agua, detonantes de la indignación ciudadana.
Reunión de emergencia en el Comité Provincial del PCC
El primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel, presidió este viernes una reunión extraordinaria en el Comité Provincial del PCC en La Habana, tras las protestas y cacerolazos registrados la noche anterior en varios barrios de la capital.
El encuentro contó con la presencia de ministros, jefes militares y altos dirigentes del Buró Político. Según informó el sitio oficial del PCC, se abordaron las crecientes quejas ciudadanas por los apagones, la acumulación de basura y los problemas en el abasto de agua, factores que han detonado la molestia popular en los últimos días.
Refuerzo militar y equipos de trabajo en los barrios
Durante la reunión, Díaz-Canel anunció la creación de equipos de trabajo conjuntos entre autoridades locales y organizaciones de masas para “atender directamente las demandas vecinales”.
Sin embargo, la medida vino acompañada de una movilización de medios y fuerzas pertenecientes a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y al Ministerio del Interior (Minint), lo que refuerza la presencia militar en la gestión de la crisis.
Entre los asistentes destacaron el primer ministro Manuel Marrero Cruz, el ministro de las FAR Álvaro López Miera, el secretario de Organización del PCC Roberto Morales Ojeda y el secretario del Consejo de Ministros José Amado Ricardo Guerra. La convocatoria fue interpretada como un gesto de cierre de filas ante el estallido social.
El Gobierno insistió en que las comunidades deberán participar activamente bajo la conducción de organizaciones juveniles y de masas, dentro de lo que denominó un “sistema integrado para enfrentar los problemas de la capital”.
Protestas y cacerolazos en Centro Habana
La noche del jueves 2 de octubre, vecinos de Centro Habana protagonizaron cacerolazos, fogatas y consignas de “¡Libertad!” en medio de apagones prolongados que afectaron a buena parte de la ciudad.
Varias intersecciones fueron bloqueadas en protesta pacífica, incluso con la participación de menores. Los disturbios ocurrieron tras más de 12 horas de cortes eléctricos continuos, en una de las jornadas más críticas del suministro energético en lo que va de año.
El descontento ciudadano también apunta a la falta de fumigaciones, medicinas y agua potable, mientras aumentan los casos de enfermedades y se pierden alimentos por la ausencia de refrigeración.
La Habana colapsa entre basura, apagones y falta de agua
En municipios como Regla y Centro Habana, los vecinos denuncian haber pasado semanas sin suministro de agua.
A ello se suma el deterioro de la limpieza urbana: toneladas de basura permanecen acumuladas en calles y esquinas sin recogida oportuna.
El ministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), Armando Rodríguez Batista, reconoció recientemente que “esa basura no está contenida: está regada por toda La Habana”, confirmando el colapso sanitario.
Incluso periodistas oficialistas, como Ana Teresa Badía, han criticado públicamente la situación. En un post de Facebook, la comunicadora afirmó:
“La Habana huele a basura. Hay una indolencia institucional galopante. No culpemos solo al bloqueo; la empatía, el trabajo y el respeto por los ciudadanos no dependen de ningún bloqueo”.
Inundaciones y riesgo sanitario
En las últimas semanas, las lluvias torrenciales convirtieron calles de Centro Habana, Diez de Octubre y El Vedado en verdaderos ríos de desechos, mientras los apagones dejaban a la ciudad a oscuras.
Vecinos compartieron imágenes de contenedores flotando a la deriva y aguas contaminadas que entraban a portales y viviendas.
El problema de la basura en La Habana ya no es solo una cuestión estética, sino una amenaza directa para la salud y la seguridad de miles de habaneros.