
Fundadora de Ciudad Futura, Tepp fue parte de la usurpación del “Tambo La Resistencia” y reivindica el modelo chavista.

Caren Tepp, ex concejal de Rosario y actual candidata del kirchnerismo, se presenta como la “cara joven” del progresismo santafesino. Sin embargo, detrás del discurso feminista y de “renovación”, se esconde una figura con un largo historial de militancia comunista, vinculaciones con regímenes autoritarios y un escándalo judicial por la usurpación de tierras privadas.
Tepp fue una de las fundadoras del movimiento Giros, que más tarde se transformó en el partido Ciudad Futura, una organización que en su carta fundacional declara abiertamente su objetivo: “la construcción del Socialismo del Siglo XXI”. Inspirados en los procesos de Venezuela y Bolivia, el documento sostiene que el camino político debe “alejarse del mercado y las corporaciones” y promover la “participación colectiva del pueblo en la toma de decisiones”.
En Rosario, Tepp y su espacio protagonizaron uno de los episodios más controversiales de los últimos años: la ocupación del campo conocido como “Tambo La Resistencia”, ubicado en la zona de Nuevo Alberdi. El terreno pertenece a Mario Benito Jáuregui, quien en 2007 lo había alquilado a Oscar Licera. Al vencerse el contrato, Licera se negó a devolver la propiedad y, con el apoyo del Movimiento Giros —al que pertenecía Tepp—, tomó el predio por la fuerza.
La Justicia falló en reiteradas oportunidades a favor del propietario, ordenando el desalojo y confirmando las sentencias en todas las instancias, incluida la Cámara de Apelaciones. Sin embargo, el proceso se frenó gracias a la presión política de los entonces concejales Caren Tepp y Juan Monteverde, quienes intercedieron para evitar que se aplicara la orden judicial “sin recurrir a la fuerza pública”.
Lejos de ser un hecho aislado, el caso refleja la lógica del partido que hoy impulsa Tepp: una organización que defiende la expropiación, rechaza la propiedad privada y reivindica a regímenes totalitarios. En 2017, Tepp fue reconocida por el Consulado de Bolivia como “constructora de la Patria Grande”, y su espacio político celebró abiertamente los triunfos de Evo Morales y Nicolás Maduro, a quienes considera referentes de un supuesto modelo latinoamericano alternativo al “neoliberalismo”.
El mismo partido que prohíbe barrios privados en Rosario y ataca la inversión privada se presenta ahora bajo el paraguas del peronismo como una fuerza “renovadora”. Pero su verdadera identidad está escrita en sus propios documentos: Ciudad Futura es un proyecto abiertamente socialista, anticapitalista y aliado de los regímenes más autoritarios del continente.
A este entramado ideológico se suma su vínculo con Juan Grabois, figura central del kirchnerismo piquetero. Durante la gestión de Alberto Fernández, el padre de Juan Monteverde —pareja de Tepp y líder de Ciudad Futura— recibió contratos y asesorías millonarias del FISU, organismo dirigido entonces por Grabois.
Caren Tepp refleja el avance del kirchnerismo más ideologizado: el que relativiza la propiedad privada, simpatiza con regímenes autoritarios y busca disfrazar el socialismo bajo el relato de la “renovación”. Lejos de representar una alternativa moderna, su proyecto repite las fórmulas que hundieron América Latina en la pobreza y la corrupción.