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Baños de barro y contactos con otros elefantes: «el primer mes de Pocha y Guillermina en Brasil»

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Desde su llegada al santuario, el 12 de mayo, madre e hija han dado pruebas de progreso. Si bien los especialistas sostienen que las dos necesitan tiempo para reagruparse, con cada interacción “cambia la dinámica entre ellas y de la manada en general”.

Pasó un mes desde que Pocha y Guillermina, las elefantas del ex zoológico de Mendoza cruzaron la Argentina para llegar Brasil y estar en un entorno lo más parecido a su hábitat y a la libertad, cerca del Amazonas.

Tras décadas en cautiverio, su traslado al Santuario de elefantes, ubicado en Mato Grosso, requirió un largo proceso y varios obstáculos que sortear; sin embargo, desde el ingreso al lugar el 12 de mayo, madre e hija han dado pruebas de progreso: han tenido pequeñas interacciones con otros animales de su especie, jugado con barro y se han animado a recorrer el predio, más allá de los 400 metros que ellas estaban acostumbradas a caminar en el pozo del ex zoológico.

 

 

“Aunque los dos nuevos elefantes no siempre están exactamente seguros de lo que necesitan, está claro que ambos quieren construir relaciones a su manera”, indicaron desde la fundación Global Santuary for Elephants (GSE), que va informando cada uno de los avances que tienen los paquidermos.

Pocha (56) llegó desde Londres a Mendoza en 1968 y en el recinto nació su hija, Guillermina (24); quien nunca experimentó la vida fuera de los muros. Ha pasado su existencia también junto a Tamy, su padre, que es otro de los elefantes africanos que viven en el Ecoparque provincial y que posteriormente será derivado al mismo santuario junto a Kenya.

 

 

El secretario de Ambiente y Ordenamiento Territorial de la provincia, Humberto Mingorance, analizó el mes transcurrido y afirmó que Mendoza demostró con esto que “es posible el cambio de paradigma”.

“El predio donde están tiene 30 hectáreas y es solo una parte del Santuario, que tiene más de mil, contra los 400 metros cuadrados en un pozo donde estaban acá”, afirmó.

Formar parte de una manada

Leandro Fruitos, consejero de la Dirección Ecoparque Mendoza por parte de la Fundación Franz Weber, y quien acompañó a los mamíferos en su largo viaje de cinco días y de más de 3.600 kilómetros para arribar al único santuario de elefantes acreditado en Sudamérica, señaló que los seis años de trabajo que duró todo el proceso, valió la pena.

“Para nosotros, sus vidas han cambiado por completo. Están viviendo experiencias nuevas que tienen que ver con lo natural. Por primera vez, tienen la posibilidad de tocar tierra, darse baños de tierra e interactuar con otros elefantes. Son cosas básicas que cualquiera de estos animales necesitan”, sostuvo.

De hecho, esta semana, Pocha y Guillermina dieron una prueba certera de su interés por socializar, un paso fundamental para finalmente sumarse a la manada. Y es que se sintieron lo suficientemente cómodas para compartir espacios abiertos con Bambi, Mara, Maia y Rana, otros ejemplares que se encuentran en las extensas planicies.

“Las dos habían estado mostrando interés en las ‘Chicas Superpoderosas’, y se emocionaban cada vez que escuchaban ruidos o trompeteos. Así que abrimos las puertas entre los patios 3 y 4. Pocha y Guillermina entraron tentativamente dónde estaban parados los otros cuatro elefantes, pero rápidamente se sintieron un poco intimidadas y volvieron a su espacio seguro, que está cerca del granero”, detallaron desde GSE.

 

 

Según se pudo ver en las imágenes publicadas por la fundación, motivados, los demás vieron la oportunidad de avanzar en el encuentro y entraron a los patios menores “a una distancia respetuosa”.

Si bien los especialistas sostienen que las dos necesitan tiempo para reagruparse, con cada interacción “cambia la dinámica entre la madre y la hija y de la manada en general”.

“Por ejemplo, cuando Pocha escuchaba a las niñas vocalizar, corría hacia ellas; su emoción le permitió ubicarse en un lugar nuevo y potencialmente intimidante: justo entre Mara y Bambi. Eso es a la vez encantador y algo inesperado, pero es un ejemplo del deseo de la mayor de tener nuevas relaciones en su vida”, precisaron.

Y agregaron: “Lo más emocionante es que su primer encuentro fue amable, pacífico y prometedor en muchos niveles”.

Fruitos hizo hincapié en que “el Santuario ha sido muy cuidadoso de esas interacciones porque para ellas es novedoso generar esos vínculos”.

Pocha y Guille dieron lo que para ellos es un gran paso al expandir su zona de confort dentro del santuario.

Kenya y Tamy

El predio presenta un bioma apropiado para las especies, posee recintos completamente naturales y dispone de matorrales y áreas abiertas cubiertas de vegetación. 

Cada recinto tiene dimensiones muy amplias (entre 40 y 400 hectáreas cada uno) y allí se les proveen dietas excepcionales y tienen atención veterinaria de alta calidad durante toda su vida.

Kenya y Tamy, los últimos elefantes que quedan en el ex zoológico de Mendoza, podrán también disfrutar de ese destino. 

En el ex zoológico aún quedan dos elefantes.

 

La hembra africana, de entre 41 y 42 años, será la primera en ser trasladada, en los próximos meses, luego de que el Ecoparque de Buenos Aires derive especímenes del mismo tipo.

A partir de allí también se activarán los trámites administrativos, entre ellos, el de la obtención del certificado CITES que provocó cruces entre Nación y el Gobierno provincial, luego de que el ministro de Ambiente de la Nación, Juan Cabandié, decidiera no emitirlo y retrasar la reubicación de los especímenes para consultar a la Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (UFIMA).

El macho asiático, de entre 51 y 52, en tanto, será enviado entre finales de este año o durante el primer trimestre del 2023.

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