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LA HISTORIA DEL LAPICERO BIC

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Según Dietr Rams, “El buen diseño es tan poco diseño como sea posible”.
A pesar de que se pueda creer que el bolígrafo o lapicero BIC no tiene nada de especial o innovador, cuando se introdujo en 1950, revolucionó la manera de escribir en todo el mundo, pues antes de este se utilizaba una pluma estilográfica, la cual derramaba mucha tinta, además de que tardaba en secarse y tendía a rasgar las hojas.
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En 1948, el barón francés Marcel Bich le compró la licencia de la patente del bolígrafo al húngaro László Bíró. Este instrumento se caracterizó por tener una pequeña bolita en su punta, la cual, a medida que rueda, va dosificando la cantidad de tinta precisa para escribir sin inconvenientes.
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Originalmente, la compañía tenía como nombre Bich, el apellido del barón, pero para facilitar su pronunciación en todas partes del mundo, se optó por dejarlo Bic.
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El diseño del BIC Cristal, que, como verán, no ha cambiado mucho a lo largo de los años, está milimétricamente planeado para el consumidor. Y es que de lo primero que se encargó Bich y su equipo fue en crear una tinta especial que fuera lo suficientemente viscosa para que no se derramara, además de ingeniarse una bolita de carburo de tungsteno que tuviera el tamaño perfecto para dosificar la cantidad apropiada de tinta al momento de escribir y considerar un tubo hexagonal para el cuerpo de la esferográfica, por su carácter ergonómico, que no se rodara por la brisa y establecer que este fuera de plástico transparente, y así, quien lo usara, pudiera ver la cantidad de tinta restante en el bolígrafo.
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Con respecto a su tapa, se dejó un cacho para que se pudiera colgar en una camisa, y su color, además de combinar con la parte superior del rabo de la esferográfica, era del mismo de la tinta, para que quien lo utilice, tenga certeza del color con que iba a escribir.
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La tapa fue el único elemento que tuvo una modificación casi imperceptible, pero que podría salvar vidas, y es que en 1991, BIC vio la necesidad de abrir un agujero en la punta de la tapa para que, en caso de alguien trague este elemento accidentalmente, no se le vean comprometidas sus vías respiratorias y el aire pueda seguir circulando.
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En los últimos años, BIC ha venido renovando un poco la imagen del Cristal BIC, que, aunque conserva todas las características en cuanto a su forma, el color de todo el bolígrafo se tiñe del color de su tinta, sin deshacerse de la cualidad de la transparencia en su tubo.

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