Hoy es un día muy especial para los amantes del mundo del espectáculo y especialmente para los que estamos en Radio El Mundo, hace 3 años, el martes 5 de Julio de 2022 a los 90 años en la Ciudad de Buenos Aires se iba de gira el locutor mas importante de todos los tiempos, el gran Cacho Fontana.
Su salud estaba bastante deteriorada. Se había contagiado por primera vez de Covid-19 en 2020 y además había atravesado cuadros de neumonía.
En 2019 tuvo que ser internado tras sufrir una caída en el baño de un restaurante, luego de participar de una entrevista televisiva en la que, entre otras cosas, reconoció sin ambages que el alcohol y las drogas lo llevaron al ostracismo en uno de los mejores momentos de su brillante carrera como animador y conductor.
Encontró el consuelo en una sucesión de reconocimientos recientes y el reencuentro con su hábitat natural, la radio, a través de participaciones especiales con su sello en Nacional y el regreso, aunque en cuentagotas, a lo que más le gustaba hacer en la vida: leer al aire avisos comerciales.
Su voz se mantuvo inconfundible hasta el final.
Su trayectoria
Fontana nació en el barrio porteño de Barracas el 23 de abril de 1932 y durante muchos años fue un locutor de voz límpida e inconfundible, icono de los micrófonos desde su debut en radio en 1950 hasta la década de 1990, cuando comenzó como animador en el cabaret Chantecler, en la calle Paraná al 400, cuartel general de la orquesta de Juan D’Arienzo, y también en el café Tango Bar.
Luego dio su salto a la radio como locutor suplente de Julio César Barton (1950) y reemplazó al entonces notorio Jaime Font Saravia como animador de «El relámpago», programa que se desarrollaba en la redacción de un diario.
Entre 1955 y 1966 fue la voz emblemática de Radio El Mundo, luego ingresó a Rivadavia e integró el equipo de José María Muñoz y Enzo Ardigó que relató el Mundial de Fútbol de Inglaterra, en el que participó la Argentina y fue el último que se transmitió solo por radio y no por televisión.
Tuvo un éxito singular con «Fontana Show», emitido por Rivadavia, que se transmitió durante más de 15 temporadas y un brillante pasaje por la televisión en «Odol pregunta», entre 1963 y 1973, entre otros hitos de una extensa trayectoria.
Rony Vargas: «Cacho Fontana fue el gran fenómeno nacional»
Con esas palabras describió el conductor de Cadena 3 al locutor que es leyenda de Radio El Mundo y falleció este martes 5 de Julio de 2022 a los 90 años. «Fue referente de miles y miles de locutores», añadió.
Cacho Fontana fue uno de los locutores más importantes que ha tenido la República Argentina, o mejor dicho, el más importante, porque fue el que dio apertura a una nueva radio.
Fue referente de miles y miles de locutores en Argentina, referente en todo sentido: fue un tipo muy disciplinado para el trabajo y un encargado de vestir muy bien.
Fue uno de los locutores más impactantes de este país, con una serie de programas muy importantes como Odol pregunta, cuando prácticamente se paralizaba el país.
Lo conocí cuando era soldado, a los 20 años. Viajamos a desfilar a Buenos Aires porque asumía un nuevo Presidente y en una de mis salidas nocturnas fui a Radio El Mundo, me presenté y charlamos unos minutos.
Me pareció muy amable y me dijo que estaba para lo que necesitara, a los años fui a Buenos Aires para presentar mi libro Soy Rony Vargas y puse como condición que Cacho Fontana me presentara en el evento en La Rural.
Le estuve tan agradecido por esa gentileza, estaba impecable, porque él mismo se planchaba las camisas.
Era un amigo de los amigos, era romántico por excelencia, lo que le trajo algunos inconvenientes.
Fue el locutor más admirado de la Argentina, el gran fenómeno nacional…
Ernesto Cherquis Bialo: Cacho Fontana, el amigo, el compañero, el mejor locutor de las transmisiones deportivas…
Esos instantes en los cuales el pasado ataca a la memoria lo traían hacia a mí cada vez con mayor frecuencia. Y al evocarlo se mezclaban los dos Cachos con quien compartí momentos imborrables de la vida.
Siempre aparecía primero el Cacho triunfador, sonriente, incansable, creativo, popular, perfeccionista, elegante. Muy pocas veces se lo vio conducir su show matutino sin saco y corbata. Entre gran parte de los 60 y los 80 fue un número uno de la radio y la televisión, probablemente el comunicador más popular de la Argentina.
Pero ese Cacho que lo tenía todo: éxito, dinero, asistentes, secretaria, chofer, vestuarista, era el mismo que a comienzos de los noventa se tapaba el rostro con una bufanda, se cubría la cabeza hasta la mitad de la frente con una gorra y se ubicaba en la última mesa de Pippo o de Pepito –restaurantes de precios accesibles- para que nadie lo reconociera y le recordara aquel esplendor que fue el pasado.
Las marcas de productos se peleaban por tener su imagen o su voz en los avisos publicitarios. Tenía registro de barítono y subrayaba el valor de los silencios intermedios. Solo él pudo lograr que se popularice la respuesta correcta de un concursante del programa “Odol Pregunta” al concluir con un “Sí,… con seguridad”. Frase que entró en la gente como latiguillo callejero. No aceptaba ser la voz de un producto sin probada calidad; mucho menos la imagen. Una vez le propusieron una campaña para publicitar a un cognac argentino y Cacho contrató a un somellier para que lo probara y le diera su calificación luego de compararlo con un francés y un español.
Recuerdo muchas anécdotas de viajes compartidos. Era el Cacho que terminaba su Fontana Show el Viernes, se tomaba un avión esa misma noche, llegaba a la mañana siguiente a cualquier ciudad del mundo donde hubiese un evento y tenía todo organizado para trabajar: cámara, movilidad, líneas telefónicas –en aquellos años había que transmitir por línea y pedirla con anticipación- traductores – si hicieran falta -, y la mejor habitación del hotel donde estuviera alojado el protagonista; boxeador, plantel de fútbol, artista etc. No se fijaba en gastos para darle calidad a los contenidos de sus programas y era generoso a la hora de tener en cuenta a sus compañeros. Además, en aquellos tiempos de la preglobalización su prioridad era siempre comprar en Nueva York, Roma, Paris o Londres los los hits musicales antes de que fueran furor en nuestro país.

En diciembre del 68 viajamos a Tokio para transmitir la pelea entre Nicolino Locche y Paul Takeshi Fujii. Un acontecimiento deportivo extraordinario que solo podía llegar por radio pues aún no existía satélite que permitiera su televisación en vivo. Se diría que esa fue la última joya de la radio como medio exclusivo pues al año siguiente, tras la llegada del hombre a la luna hubo satélite y por lo tanto televisión en vivo.
El hotel donde nos alojábamos se llamaba Akasaka Prince y como todo gran hotel tenía una dársena para que pudieran ingresar los vehículos facilitando de tal manera el ascenso o descenso de los pasajeros. En la puerta había un portero que lucía traje negro, camisa blanca, moñito y una levita como la de los novios, adornada con cordones militares y tal atuendo terminaba en un sombrero de copa. Nunca supimos porque había un micrófono de pie que el portero utilizaba para llamar a los taxis libres que hacían fila. Por cierto que cada vez que salíamos Cacho se paraba frente al micrófono y ante la atónita mirada del portero y de los transeúntes se le podía escuchar: “Sí, con seguridad” o » Presenta este pedido de taxi Peñaflor en el Deporte” o cualquiera de las frases publicitarias que él había popularizado”. Jamás un portero se opuso a liberarle el micrófono que Cacho acomodaba a su altura como en la primera época cuando a los 17 en el Chantecler –famoso cabaret de Paraná 440- arrancaba su carrera reemplazando al locutor oficial Jorge Loguarro- nada menos que Carlos Carella al convertirse luego en actor- y presentaba al maestro Juan D’Arienzo, el “Rey del compás”.
Qué lindo que era ese Cacho del Fontana Show – un clásico radial de las mañanas- quien también acompañó tantos años al Gordo Muñoz en el “Fútbol, pasión de multitudes” de Rivadavia, leyendo los avisos de los 12 anunciantes con la única condición agregada de que siempre – aún en los mundiales- hubiese un lugar para su padre, Don Antonio Palese. El hombre que le trasmitió su amor por River, por el tango y por Barracas, el barrio nunca olvidado. En ese viaje maravilloso fortaleció su relación con Tito Lectoure, el empresario del Luna Park con quien comenzó a tutearse 20 años después, cuando el eclipse crepuscular de la vida nos devolvía un hombre triste y evasivo.
Qué lindo ese Cacho del Fontana Show. Era el mismo que había trasmitido en el 70 la entrega del Nobel de Química al doctor Luis Federico Leloir y la presentación de Sandro en el Madison Square Garden; el comunicador a quien Perón le concedió 3 horas de dialogo en Madrid, si, por cierto, el de los 16 Martín Fierro, más el de Oro…