La línea de bandera obtuvo U$D 100 millones en una operación financiera con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la entidad para aparentar un resultado positivo.
La semana aerocomercial empezó con una batería de posteos del presidente de Aerolíneas Argentinas, a modo de celebración, asegurando que la empresa gestionada por La Cámpora ganó dinero por primera vez en 15 años.
“Por primera vez desde su reestatización, [la empresa] alcanza el equilibrio económico con un resultado positivo de U$D32 millones para 2023, sin ejecutar además el presupuesto asignado”, escribió Luis Ceriani. Sin embargo, esta operación financiera fue señalada como una táctica para enmascarar sus verdaderos números económicos.
Uno de los primeros datos que surgen tiene que ver con la deuda que tomó la empresa, la cual fue anunciada a través de un reciente comunicado donde se revela que la aerolínea obtuvo U$D100 millones a través del FF Global ARSA I, un fideicomiso administrado por BICE Fideicomisos S.A., una firma cuyo accionista es el Banco de Inversión y Comercio Exterior, pero que tiene una gestión independiente.
El ministro Wado de Pedro; la directora de Migraciones, Florencia Carignano; y Pablo Ceriani, presidente de Aerolíneas Argentinas, miran bajar a la selección con la Copa del Mundo.
La historia comienza poco después de la derrota oficialista en las PASO. En ese tiempo, la gestión de Aerolíneas preparó el ahora famoso FF Global ARSA I, valor de deuda fiduciaria que se preparó en las oficinas de Bifisa, entidad que si bien depende del BICE, tiene autonomía y está gestionada por Jorge Tanús, excandidato a vicegobernador de Mendoza en la fórmula que encabezó la hiperkirchnerista Anabel Fernández Sagasti en 2019.
Ceriani habría encomendado a la entidad buscar dinero en el mercado para no usar los subsidios y poder vender la racionalidad de su gestión. En este punto aparecen dos legisladores clave que conviven con Cristina Kirchner en el Senado: Fernández Sagasti y Mariano Recalde, el verdadero líder de Aerolíneas Argentinas.
Tanús, que responde a Sagasti, puso manos a la obra en Bifisa dando orígen al FF Global ARSA I, con una autorización para emitir por U$D300 millones. El prospecto de la colocación se publicó el 11 de octubre y la suscripción se programó para el 17 de octubre. La operación finalmente se realizó y Aerolíneas Argentinas, según la información pública, emitió deuda fiduciaria por U$D 100 millones.
Esta estructura, a su vez, necesita de un comprador. En este punto aparece la entidad también manejada por La Cámpora. A a través de Fernanda Raverta, mediante el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses, suscribió la mitad de la deuda. El resto, se repartió entre los FCI (Fondos Comunes de Inversión, 18,23%) y Cajas, Asociaciones y otros (14,61%).
De esta manera, Aerolíneas Argentinas se comprometió a pagar la deuda de U$D100 millones en 36 meses, con una tasa de 3% anual (con un corte cada tres meses), y pagos semestrales en dólares oficiales. Este endeudamiento plantea riesgos financieros para Aerolíneas Argentinas, especialmente considerando la actualización del tipo de cambio y el incremento previsto en el valor del dólar oficial.
El uso de esta estrategia contable ha generado críticas y desconfianza en el mercado, ya que se considera una maniobra para disfrazar las pérdidas reales de la aerolínea. Además, se destaca la falta de respaldo y aseguramiento financiero para garantizar el pago de la deuda en el futuro.
La comparación de indicadores como el “Asiento por kilómetro ofrecido” (AKO) evidencia la baja productividad de Aerolíneas Argentinas en comparación con otras compañías del sector. Este hecho, sumado a la operación cuestionada, pone en duda la sostenibilidad y eficiencia de la aerolínea bajo la gestión actual.
